Un
público generoso fue regalado con una variada e interesante tarde de
toros en la corrida mixta en la que el rejoneador Hermoso de Mendoza y
los diestros José María Manazanares y Alejandro Talavante pasearon dos
orejas cada uno en Salamanca.
Plaza de toros de Salamanca, domingo 15 de septiembre de 2013. 5º de abono. Lleno. Se lidiaron dos toros de Carmen Lorenzo para rejones y cuatro de Garcigrande, buenos para la lidia.
Pablo Hermoso de Mendoza (rejones), dos orejas y ovación.
José María Manzanares, ovación y dos orejas.
Alejandro Talavante, oreja en los dos.
A
falta de la corrida del día 21, fiesta en la provincia y dedicada al
arte del rejoneo, en cuanto a los de a pie, terminó la feria. Con tarde
soleada por fin se lleno la Glorieta, hoy la plaza tenía un colorido
especial, tenía un fuerte latido, no como otras tardes de medias
entradas que parecía el cadáver simbólico de la fiesta. Se han lidiado
dos toros de Carmen Lorenzo para rejones, con buen son y temple el
primero, y parado distraído y manso el segundo, y cuatro de Garcigrande,
nobles, manejables y cómodos de cabeza.
Pablo Hermoso de Mendoza,
clavó rejoncillos toreando bien llevando siempre el toro a la grupa. En
banderillas, toreando a dos pistas por todo el anillo del ruedo, clavó
en todos los terrenos banderillas largas y cortas a dos manos, todo
mezclado con los alardes, cabriolas y doma superior que hacían el
deleite de los espectadores, todo un conjunto de armonía estética, con
una cuadra de caballos a los que tan solo les queda hablar pero que
entienden a su jinete a la perfección. Mató de rejón trasero y cortó dos
orejas.
Estaba claro que por esos derroteros la tarde ya iba en
triunfalismo por parte de la masa espectadora. Demasiado premio. No pudo
redondear el navarro con su segundo aunque lo llevó cosido a la cola
del caballo, se paró pronto el Murube, lo intentó Mendoza, pero la cosa
quedó más diluida. Pinchazo y rejonazo trasero, escuchó ovación.
En la lidia ordinaria, sorteó José María Manzanares
un toro blandito y pastueño. Lo pasó con temple de capote y con la
muleta faena corta, con series suaves ligando los pases pero sin
vibración. Al natural más encajado, desplego armonía con pases bien
rematados y pinceladas de plasticidad y manejo técnico de los engaños.
Lo mató de media que escupe, pinchazo y entera. Cosechó una fuerte
ovación.
Su segundo un toro lavado de cara y con poco cuello,
distraído de inicio, lo lució Manzanares lanceando con gusto. Se le picó
duro tapándole la salida, pero a partir de ese momento el toro se fue
creciendo, mantuvo el tono lo vio el torero y compuso una faena de
altura con series de empaque, torería y garbo siempre bien rematadas,
tanto por uno como otro pitón. Se gustaba el torero en cada pase,
recreándose y rebozándose de sentimiento, mantuvo firmeza, quieta la
planta y verticalidad, algunos remates y cambios de mano de belleza
superior. Mostró un toreo de muchos matices, la faena tuvo plasticidad
estética y armonía, más reunido que en otras ocasiones. Culminó su obra
con una estocada al recibir entera y caída, que no le impidió cortar dos
orejas.
Alejandro Talavante sorteó un primer
toro de poca fijeza que no se empleó en el capote. Una vara en la
querencia, picotazo y tercio nefasto. Lo brindó a Manzanares padre.
Comenzó con derechazos suaves y de buena factura, en una nueva serie por
ese pitón y mejorando el toro, le aplicó Talavante series de depurada
técnica. En el toreo al natural series más reunidas y uno de pecho
interminable que caló fuerte al tendido. Remató con ajuntadas
manoletinas. Mató de entera algo tendida, dejó que el toro muriera en
lenta y demasiada agonía. Cobró una oreja.
En su segundo el
extremeño, toro que blandeó de inicio y con poca codicia en el capote,
al que pudo lancear sin vibración y quitar por reunidas chicuelinas.
Éste lo brindó al público, tiro con rabia la montera y pronto se vio que
quería unirse en volandas a los compañeros de cartel. Mostró un
repertorio de gusto y buen toreo, firme y encajada la planta, ligó
series por ambos pitones con despaciosidad y mando, algunos tenían
hondura superior y el trazo en los remates, llenaron de sensaciones
toreras al público. Hubo una serie al natural antológica, marcó los
tiempos y Talavante en su salsa, acariciaba los goznes de la puerta del
toro. Con la obra hecha entró a matar haciendo la suerte, la estocada
entró entera un tanto perpendicular. Caído el animal se lo levantó el
puntillero, descabello hasta cuatro veces y sin conseguir atronar al
toro este se hechó. Se aplaudió su cadáver al ser arrastrado. Y de nuevo
en estas tardes de triunfalismo pueril y desorbitado le pidieron la
oreja con fuerza, tanto que la presidencia se la concedió. Y es que hoy
el personal venia a sacar a los toreros a hombros, y así corresponder
con el precio de la entrada.
Qué buena es la gente… ¡sí señor!
Fermín Gonzalez, comentarista de Onda Cero radio, Salamanca