15 de junio de 2012

Bogotá agrede a la Fiesta y a miles de empleos…

Nuevamente el embate de la izquierda subdesarrollada… tercermundista, mal entendida, ignorante, está intentando agredir a la Fiesta de los toros, en el caso concreto que nos ocupa… en la hermosa ciudad de Santa Fe de Bogotá.

Sí, en esta ocasión en la persona de su alcalde Gustavo Petro, quien se dice de izquierda, y todo hace ver que actúa conforme a los cánones de un espíritu fascistoide, en donde la democracia no existe porque no tiene espacio más que para las pretensiones del alcalde; según se comenta, obedece a una línea, en donde se halla como inspiración, su líder espiritual el presidente de su vecino país venezolano, de quién hemos visto con suma tristeza, la prepotencia con la que se conduce no importándole gobernar para todos, sino, según se dice, sólo para los intereses de él mismo.
 
Todavía se recuerdan aquellas imágenes venezolanas, en las que paseando con un grupo de periodistas y, por supuesto, seguidores, en una de las calles en donde se encuentran casas de hermosa arquitectura, decidió expropiarlas en un afán populachero, que por supuesto en nada reivindicó a la democracia; o bien, el cierre de medios de comunicación, por el simple hecho de no estar de acuerdo con una política, que, en estos momentos demuestra, fue llevada sin orden ni concierto, y que ya afecta seriamente al pueblo.
 
Esos episodios pueden convertirse en la forma de vivir… de sobrevivir en Bogotá, si los ciudadanos no deciden poner un hasta aquí… a lo que puede ir hasta mucho más, haciendo a un lado el espíritu democrático que debe prevalecer en un mandatario.
 
Ahora ataca… agrede a la Fiesta de los toros, e intenta imponer un barniz dizque cultural, en la conducta populachera, para imponer la otra y auténtica conducta que prevalece en él, la fascistoide…, hitleriana, con estentórea incultura, total falta de tacto político, intentando suprimir la Fiesta de los toros en la Santamaría, para hacer del coso taurino, parte del sistema de educación distrital en el cual, supuestamente propone, se reúnan escritores y poetas con estudiantes de colegios públicos.
 
Y en una corrida de toros… ¿no se reúnen poetas, músicos, artistas?
 
Que le pregunten a García Lorca, a Hemingway, a Picasso, a Dalí, a Goya, a García Márquez, a Vargas Llosa, a Carlos Fuentes, a Rubén Darío, a Georges Bizet, a Botero, etcétera, etcétera, etcétera, quienes a través de sus luminosas creaciones darían puntual respuesta a la oscuridad del señor Petro.
 
Al rato, de permitir esto… comenzaría a expropiar inmuebles… casas de la ciudadanía bogotana que ha luchado por tener un buen nivel de vida, de los empresarios e industriales, así como a censurar y retirar medios de comunicación incómodos, que no estén de acuerdo con su extraviada forma de pensar y manipular la buena fe de la opinión pública.

Al mundo le queda claro, que en la alcaldía de Bogotá, transita una absurda, prehistórica, desquiciada actitud antidemocrática, proveniente de una especie de dictadorzuelo, que actúa sin inteligencia ni cordura, en contra de la ciudadanía que ama, degusta y disfruta, de una parte de la cultura como sin lugar a dudas son las corridas de toros.
 
Corridas de toros que además de ser parte de una manifestación de la cultura, otorgan miles de empleos.
 
Porque, una cosa queda claro… la pretendida imposición dictatorial del señor Petro, no sólo afectaría a los empleos de los trabajadores de la Corporación que maneja inteligentemente el coso taurino, sino va más allá… rescindiría de inmediato los empleos de todo lo que conlleva una corrida de toros, como las ganaderías que venden sus toros, a los toreros… quienes a su vez contratan a una serie de empleados entre ellos los subalternos, mozos de espada, etcétera, empleados administrativos y de mantenimiento de la plaza, los servicios que se pagan a la propia ciudad de Bogotá, así como los impuestos.
 
Y a su vez, cada ganadero, se vería afectado en la economía familiar tanto de él como de todos sus empleados, a los campesinos que siembran y cosechan los alimentos que consumen los toros, los proveedores que mueven esos productos. Los transportistas, sus empleados.
 
Esto de forma directa.
 
En forma indirecta... a todos los restaurantes (camareros o meseros, cocineros, ayudantes de cocineros, asistentes, etcétera), hoteles (recepcionistas, camaristas, trabajadores de la lavandería, asistentes, etcétera) y demás negocios que nutren su economía por las corridas de toros en la venta de recuerdos, no sólo del gran público local, sino del turismo tanto nacional como internacional que atrae este maravilloso y mágico espectáculo.
 
Es un círculo que va creciendo en proporciones geométricas y afectaría seriamente a muchísimas economías, y por supuesto, a la economía nacional, lo que seguramente el señor Petro no podría ayudar a subsanar, porque no tendría presupuesto ni capacidad económica para sustituir esta importantísima fuente generadora de miles de miles de empleos.
 
Queda claro al mundo que el señor Petro, no entiende lo que significa ser gente de izquierda, ni lo que la responsabilidad que esta contiene; porque justamente debería de ver y respetar a todos sin distingo, y en especial poner atención por toda la clase trabajadora, obrera que vive gracias a las corridas de toros… mozos de espada, trabajadores de las ganaderías, transportistas, trabajadores del campo que proveen los alimentos para el campo bravo, recepcionistas meseros, camaristas, cocineros, asistentes, etcétera, etcétera, etcétera… sí un largo y exagerado etcétera, que merced a una pretendida imposición fascistoide está en riesgo de caer en la absoluta indefensión.
 
Al final, queda una seria reflexión, todo lleva a concluir que el señor Petro, actúa así, porque pareciera tener un serio resentimiento contra la sociedad, y ahora que puede tomar una especie de revancha, supuestamente agrede a la Fiesta, para en la realidad acabar agrediendo a muchos hermanos colombianos, porque no creemos que no se haya dado cuenta, hasta donde afectaría su postura carente de un sustento lógico, inteligente, responsable y digno de un ser humano.

Texto: Pepe Mata
Fotografía: Gustavo Petro

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