20 de junio de 2012

La cornada de Petro

Lamentable lo que ha ocurrido en Bogotá. Lamentable no solo para las corridas de toros, sino para la misma ciudad que lo ha elegido para ser su alcalde.

Hasta la fecha no ha podido orzar su orientación y llevar a cabo las obras que requiere la ciudad, porque Petro se ha caracterizado por ser un personaje de controversias. 

No se puede regentar una ciudad como Bogotá de la misma manera que hacía ostensible su oposición en el Congreso. Una cosa es ser senador de oposición y otra ser alcalde de la capital del país. Por eso anda de tumbo en tumbo, al margen de sus problemas de salud que lamentamos. Pero una cosa no quita la otra y, este alcalde de ojos queratosos, de cuna corralejera y comportamiento esquizoide, ha cancelado porque le dio la “la puta gana” las corridas de toros en Bogotá y como un verdadero capataz – como lo señaló Felipe Negret -, el Distrito deja de percibir 4.500 millones de pesos para el deporte que debía aportar la Corporación Taurina de Bogotá (1.500 millones anuales) en los tres años que le faltaban a esa entidad cuyo contrato este falaz alcalde rescindió. ¿Acaso, señor procurador Alejandro Ordoñez, esto no es detrimento al patrimonio de Bogotá? ¿Podrán los poetas y escritores recoger ese dinero que este alcalde de un plumazo desapareció?

Para este alcalde la Ley 916 no existe. Para este alcalde la sentencia 666 de la Corte Constitucional no existe. Es más, para este alcalde la Constitución Política Colombiana tampoco existe, la cual exige el derecho a las minorías.  Para este alcalde lo que existe son sus preferencias personales y abusos de autoridad y, eso es fatal. Yo creo que Gustavo Petro sería otra de las víctimas del mítico dios Tauro. Recuerden que los Papas Pio V, Clemente VII y Gregorio XIII tras emitir las bulas papales en contra de los toros tuvieron unas vidas de tragedia. Como el Rey Carlos IV, que se hundió tras prohibir los espectáculos taurinos y llegó a gobernar España por encargo de Napoleón Bonaparte, su hermano Pepe Botella, quien restableció desde el mismo día de su llegada, las corridas de toros.

Comparto con Antonio Caballero su pensamiento cuando escribe: “Y es de alcaldada su alcaldada como ha venido actuando Gustavo Petro en los seis meses que lleva de gobierno, cualquiera que sea el asunto en el que pone el dedo: transporte público, uso de agua, fiestas.” Por tanto, me imagino el arrepentimiento de miles de bogotanos que sufragaron el voto por Petro, como yo me arrepiento del tiempo que demoré leyendo la extensa novela “Libertad” de Jonathan Franzen, no por su falta de ritmo y seca narrativa, sino por el tiempo que lo hubiese ocupado en releer “El Quijote”. Pero, estoy convencido que Petro cayó en las redes del dios Tauro, que Bogotá tendrá corridas de toros y que el Decreto 280 que firmó para rescindir el contrato con la Corporación, por algo que no dice el contrato, será el que le dará la cornada final. Pero como va, no termina su periodo. El tiempo lo dirá.

Texto: Edgardo Pallares Bossa

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