12 de junio de 2012

La tablilla nos engaña ¿o nos engañamos nosotros mismos?

La tablilla que algunos quieren eliminar, ya nos la cuelan con ella, sin ella no quiero pensarlo da que hablar y escribir. 
  
A veces nos cegamos en determinadas cosas que si las miramos fríamente podemos decir que no somos justos y que vamos a la plaza y más en Madrid con las ideas preconcebidas y cometemos injusticias que no son de recibo.

Día 21 de mayo se anuncia un sobrero de Domínguez Camacho (marqués de Domecq), cuando sale el señor de la tablilla y pone el peso (485 kilos) se produce una pitada, antes de salir el toro al ruedo, grave error, otra cosa es que el toro luego sea una raspa, si raspa, pero que trajo por la calle de la amargura a Morenito de Aranda, que no pudo con él, tenía su castita, tapó muchas bocas, pero era una raspa indecorosa para Madrid.

Día  8 de junio, tablilla de la foto, (490 kilos) un Victorino, todos a callar, una sardina indecorosa sin culata, solo cuernos, nadie pitó antes y muy pocos después.

¿Dónde está el criterio? Según los mentideros de la plaza, ese ejemplar no pesaba esos kilos, unos  veinte menos  parece ser que pesó al bajar del camión.

Uno de un encaste, otro de otro, ganaderías distintas,…lo que se quiera, a uno se le pito antes y a otro no, vamos a dejar el tema del trapío y los kilos, simplemente que no somos justos, solo con cambiar el pelaje y el hierro ya  cambia la cosa.

El tercer ejemplar de la tarde según la tablilla, pesaba 5 kilos menos que el otro y tenía su trapío, algo falla, alguien nos engaña, ¿o nos engañamos nosotros, o es que Victorino sigue con bula en Madrid? Si es así entonces mejor que cerremos la puerta y nos despidamos hasta nunca.

Texto: Javier Salamanca
Fotografía: Juanpasmo

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