Por su parte, El Juli cortó una de su primero y otra del quinto, mientras escuchó algunos pitos después de matar al tercero.
De los toros de Daniel Ruiz, los mejor lidiados fueron el quinto y sexto. El resto, más complicados.
El Juli, oreja algo protestada, división de opiniones y oreja.
Sebastian Castella, oreja tras aviso, palmas y dos orejas con salida por la Puerta de los Cónsules.
La semana pasada en Dax, El Juli echó la culpa a los periodistas franceses de que supuestamente habían emprendido una campaña en su contra; hoy, en la de Nimes, no se atrevió a quejarse contra el único culpable de su lógica frustración: José Tomás.
Porque esta tarde lo que pesó, y mucho, fue el agravio comparativo con la gran mañana que brindó José Tomás. Como se podía temer, el público volvió a la plaza con resaca por la tarde, lo que condicionó la relativa frialdad que manifestó hacia El Juli.
Justo es decir también que aparte de dos toros de Daniel Ruiz, la corrida no colaboró en exceso con los toreros y fue mucho menos agradable que la de la encerrona matinal.
Sin embargo, los dos toreros sortearon uno de los dos buenos toros de Daniel Ruiz, el quinto y el sexto. Castella aprovechó el suyo al final de faena, cuando entró en cercanías, lo que le valió dos orejas; mientras que El Juli aprovechó el suyo a medias, a pesar de intentarlo todo, y solo cortó una por culpa de la espada.
Texto: EFE
Fotografía: Archivo
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