Los
rejoneadores Pablo Hermoso de Mendoza, Sergio Galán y Joao Moura hijo
salieron a hombros, junto al mayoral del hierro de Fermín Bohórquez, al
obtener, los tres, en sus respectivos segundos toros, dos orejas como
premio. El respetable estuvo entregado con los caballeros rejoneadores y
la presidencia generosa en el reparto de apéndices auriculares.
Plaza de toros de Vitoria, martes 7 de agosto de 2012. Se lidiaron seis toros del hierro gaditano de Fermín Bohórquez,
reglamentariamente despuntados para rejones, desiguales de presentación
y juego, todos mansearon a excepción del primero, bravo, el mejor del
festejo.
Pablo Hermoso de Mendoza: tres pinchazos, rejón trasero y un descabello (silencio) y rejón caído (dos orejas).
Sergio Galán: dos pinchazos y rejón (silencio); y rejón (dos orejas).
João Moura hijo: dos pinchazos y rejón caído (silencio); y rejón desprendido (dos orejas).
La plaza tuvo más de tres cuartos de entrada en tarde soleada y muy calurosa.
João Moura hijo debutó en la Plaza de toros de Vitoria.
TRES TRIUNFOS LOGRADOS POR EL MISMO CAMINO
Pablo Hermoso de Mendoza
enseñó a sus compañeros de cartel cual era el camino para salir por la
puerta grande de Vitoria. Lo hizo en el cuarto toro de la tarde donde
cuajó una faena muy inteligente conectando con los tendidos. Ese fue el
camino del triunfo.
El toro de Bohórquez mostró de salida su
condición de manso. Pablo construyó su triunfo a lomos de Garibaldi con
quién realizó cabriolas, girando sobre sí mismo y tras clavar al burel
varias banderillas largas, notó el navarro que el público comenzaba a
entregarse a su labor.
Siguió su labor con Ícaro, un caballo con el que continúo supliendo con técnica las malas condiciones del astado. Mató cabalgando sobre Pirata, con quién también puso tres banderillas cortas con el público rendido al centauro estellés.
Pese
a que el rejón de muerte quedo caído produciendo derrame, la muerte del
toro fue rápida y tras una fuerte petición fue premiado con dos orejas.
Su primer oponente, el mejor morlaco de la tarde, fue llevado toreado
por Hermoso de Mendoza con suma precisión y elegancia, cabalgando a dos
pistas y realizando quiebros imposibles delante del animal.
Utilizó a Villa, Chenel, Manolete y Pirata en
esta faena muy bien hilvanada, la mejor faena de la tarde, pero a lomos
del último erró con los aceros y se vio privado de un premio mayor.
Sergio Galán
siguió el camino marcado por Pablo. Pese a que el quinto toro mostró
una querencia a las tablas, desde la salida, el madrileño en cada monta
supo meterse al público en el bolsillo. Lo recibió montando a Amuleto, después continuó con Ojeda, pero sobre todo con Apolo supo
llevar la alegría a los tendidos con cuatro banderillas largas y
cabalgando continuamente alrededor del toro intentando sacarle de los
terrenos de la mansedumbre.
Mató certero cabalgando sobre Fado,
con el que previamente había puesto banderillas cortas y rosas, y el
público bullicioso de nuevo sacó los pañuelos y la presidencia, de
nuevo, generosa premió con dos orejas su actuación. En el segundo de la
tarde se encontró Galán con un toro muy parado.
Pese a todo, el joven rejoneador estuvo voluntarioso sobre todo montando a Trópico y Fado. Necesitó tres intentos para acabar con la vida del burel y fue silenciado.
João Moura hijo
se sumo a la fiesta del triunfo en el que cerró plaza. Siguió lo
marcado por sus compañeros de paseíllo. Se entregó al respetable desde
que salió a la arena y eso que el Bohórquez que le tocó no se entregó a
las cabalgaduras del portugués.
Moura hijo siguió su labor galopando sobre
Perera a dos pistas y remató con quiebros a lomos de
Cordobés que
enloquecieron a un público bullicioso. Remató con tres banderillas
cortas al violín con el morlaco aculado en tablas y sobre
Isidro con
quién mató de forma certera pese a lo desprendido del rejón de muerte.
El público y la presidencia hicieron el resto para que saliera por la
puerta grande junto a sus colegas.
Moura en el tercero adoleció de falta de entendimiento con un toro que tenía movilidad. Mejoró a lomos de
Spartacus con
quién puso cuatro banderillas y continuó con más palos a lomos de
Isidro pero el desacierto con el rejón de muerte condenó al portugués a
obtener silencio.
EFE / Fotografías: David Aguilar /EFE