El
cierre de la Feria de Colombinas supuso la salida a hombros de la terna
de rejoneadores Hermoso de Mendoza, Diego Ventura y el ovetense Andrés
Romero (foto) que desorejó al sexto.
Pablo Hermoso de Mendoza, dos orejas y ovación.
Diego Ventura, oreja con petición de segunda y oreja y dos vueltas al ruedo y bronca al palco.
Andrés Romero, vuelta al ruedo y dos orejas.
Andrés Romero salió al ruedo rindiéndole homenaje a Huelva, a su gente y a sus tradiciones. Con segundos de retraso con respecto a los dos colosos que le precedían, chaquetilla color hueso y lazos blanco y azules en las crines de Cantú, como la bandera de esta vieja Onuba que no se cansa de parir toreros. Como el estandarte de este añejo rincón de patria que además de descubrir nuevas tierras vocea a los cuatro vientos que ya tenemos nuevos diestros.
Con la madurez de un torero viejo y la templaza de todo un maestro supo esperar su momento, sin reflejar presión por el triunfo de sus compañeros. Emplazándoles a cruzar el mercedario pórtico de la gloria junto a ellos, esperó al sexto en la boca misma del túnel de los miedos, dando comienzo así a un nuevo idilio entre Huelva y un torero. Faena de vibración, verdad y sentimiento, en la que Andrés fue aplacando la sed de triunfo al galope de la pasión y con la emoción al quiebro, al tiempo que Guajiro le hacía un guiño a la afición y llevaba en volandas a su dueño. "Esperadme que con vosotros me voy", le dijo a Pablo y a Diego, y cambiando el blanco y azul del principio por la bandera de su tierra al cuello, salió a hombros de su gente y cruzó la centenaria puerta llevando sus manos manchadas de mercedario albero.
Plaza de toros La Merced/Fotografía: Xosé Andrés/Plaza de toros La Merced
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