26 de agosto de 2013

Urdiales corta la última oreja en Bilbao

Diego Urdiales dio una tarde de toros de otra dimensión en cuanto a riesgo, valor, emoción y técnica que le valió pasear la única oreja de la tarde.
Plaza de toros de Vista Alegre de Bilbao, domingo 25 de agosto de 2013. Última de feria. Casi tres cuartos. Se lidiaron seis toros de Victorino Martín, distintos en presentación y juego, serios.

Antonio Ferrera, saludos y vuelta al ruedo tras petición de oreja.
Diego Urdiales, oreja y saludos tras un aviso.
Jesús Manuel "El Cid", silencio y saludos.

Playito, el primero de Victorino que le correspondió a Diego Urdiales, fue un toro que exigía suavidad, temple y mando, esa difícil combinación que a veces, una vez conseguida, hace que surjan de las gargantas del respetable, ayer más respetable que nunca porque el público estuvo a la altura del acontencimiento, esos olés rotundos que llenan el alma de un torero. De capote ya hubo verónicas cargando la suerte y un remate garboso e intuitivo por la espalda, pero todo suave, sin estridencias y con una lidia muy acorde con las características del astado. Después, la sinfonía de muleta. Playito guardaba un gran pitón izquierdo y por allí surgieron unos naturales tan despaciosos y templados, que posiblemente hayan sido los más caros de toda la feria bilbaina. También hubo buenas series por el derecho aunque el toro no era tan franco por ese lado; molinetes, pases de pecho, trincheras y un final de faena genuflexo en el que hubo muletazos de una hondura y un trazo estético inigualable que pusieron al público en pie. Al final pinchazo hondo entrando a matar por derecho y tarascada sin graves consecuencias por quedarse en la cara del toro intentando ganar centímetros a la profundidad del acero. Tras el descabello el premio de una oreja de mucho peso que no es sino una mera estadística y que no define ni remotamente lo que se ocurrió ayer en el coso bilbaino.
El quinto, segundo de Urdiales, era una prenda marca de la casa Victorino: mirón, reservón y cazador, al que torero tragó todo lo que pudo y más, sabedor de que lo único que podía hacer es intentarlo y terminar la faena doblándose por bajo con él, consiguiendo nuevamente altas cotas de clasicismo que el público valoró y ovacionó  tras el arrastre del toro.
Ayer Diego Urdiales Hernández, una vez más, puso de acuerdo a todos.
Prensa Diego Urdiales/Fotografía: Miguel Pérez-Aradros/diegourdiales.com

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