8 de octubre de 2012

Sincera y valiente tarde de Alberto Aguilar con "palhas" imposibles en Madrid

El diestro Alberto Aguilar hizo lo más destacado del festejo que echó ayer el cierre a la Feria de Otoño de Las Ventas, con una actuación valiente y sincera frente a un imposible encierro de Palha. Javier Castaño fue prendido (foto).

Ficha del festejo:

Toros de Palha, muy desiguales de presentación y deslucidos. Sólo el manejable segundo se prestó algo más, aunque acabaría también apagándose. Soso y de escaso contenido el primero; violento y con malas ideas el tercero, quinto y sexto; y con peligro el cuarto.

Fernando Robleño
: pinchazo y estocada (silencio); y casi entera (ovación sin salir a saludar).
Javier Castaño: pinchazo y descabellos (ovación); y dos pinchazos, estocada y descabello (silencio).
Alberto Aguilar: estocada (gran ovación); y media tendida y nueva estocada (ovación).

En cuadrillas, saludó David Adalid por un soberbio tercio de banderillas al quinto.

La plaza rozó el lleno en tarde calurosa.

Menuda tarde de pavor. Una corrida que la gente vivió con congoja por el complicadísimo y peligroso comportamiento de los toros portugueses de Palha, y con los que los tres toreros tuvieron que pasar posiblemente uno de los peores ratos de sus respectivas carreras.

Pero no sólo hay que censurar y criticar el deslucido juego de los astados, pues peor aún fue la presentación.

Un encierro lamentable con toros de todo tipo, algunos serios y ofensivos por delante, otros más recortados y "abrochados", pero todos en general sin trapío, muy lavados de cara, y sin remate. Ni siquiera el zancudo y altón cuarto, al que algunos aplaudieron de salida por los dos "percheros" que lucía por pitones, tuvo entidad.

La gente esperaba la corrida de "Palha" como el aliciente "torista" de la feria. Una ganadería, dura y exigente como pocas, que de siempre ha presumido de bravura y fiereza, pero que en la actualidad se ha quedado en animales violentos e imposibles para hacer el toreo.

Y de entre los toreros, un nombre propio: Alberto Aguilar, que refrendó la buena actuación que cosechó el pasado junio cuando corto una oreja a un "victorino", con otra tarde de sinceridad, valor y muchos arrestos.

Un Aguilar que se enfrentó en primer lugar con un animal que acometió con fuerza en el primer encuentro con el caballo, y que enseguida empezó a orientarse.

Aguilar prologó su faena con un torerísimo inicio doblándose por abajo corriendo la mano con mucho mando y sacándose al toro a los medios. Pero el astado respondió en el último con mucho nervio y brusquedad, volviéndose con malas ideas y echando la cara arriba por los dos pitones.

Faena sincera y valiente de Aguilar, que sorteó las tarascadas del violento "palha", que acabó perdiendo fuelle en el epílogo, aunque manteniendo las mismas malas intenciones.

Aguilar hizo un derroche de aguante y firmeza metiéndose entre los pitones de su antagonista, lo que sobrecogió al tendido que le premió finalmente con una gran ovación.

El sexto fue otra "alhaja" con el que se volvió a ver a un Aguilar muy capaz, al filo de la navaja durante toda la lidia. Faena meritoria del madrileño que consiguió robar naturales de uno en uno a un toro que no humilló, se venía vencido al cuerpo, y que desarrolló sentido.

El toro que abrió plaza se "dejó" algo por el pitón derecho, pero siempre y cuando se le hicieran bien las cosas, es decir, mandándole por abajo; y ahí estuvo el error de Robleño, que siempre toreó a media altura y sin ceñirse lo suficiente, por lo que su actuación no pasó de discreta.

El cuarto fue el típico marrajo de Palha, mironcete, midiendo mucho y violentón, con el que Robleño pasó un auténtico quinario, y tras probarlo por uno y otro pitón, optó por machetearlo e irse a por la espada.

Castaño tuvo en primer lugar el toro más "toreable" del envío, el segundo, pero con el que tampoco valían confianzas. El salmantino inició la faena con unos pases por alto a pies juntos, estructurando después una faena pulcra y a media altura, en la que faltaron más estrecheces y dominio.

Al entrar a matar el animal se le cruzó y le volteó de forma aparatosa, por fortuna sin llegar a cornearle.

En el quinto, lo mejor con diferencia vino en el tercio de banderillas, con un David Adalid valiente de verdad, pues puso dos pares de dentro a fuera que puso la plaza en pie, sin duda lo más emotivo de toda la tarde.

Toro áspero y con "guasa" para la muleta con el que Castaño no llegó a confiarse. Pases de uno en uno a un astado que embestía a empellones y con la cara suelta. Menos mal que no tuvo demasiado empuje.


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Texto: Javier López / EFE
Fotografía: Kote/EFE

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