8 de julio de 2013

Edgar Badillo y Alejandro Lima "El Mojito", oreja en la México

Después de un largo ayuno sin toros en la Monumental Plaza de Toros México, dio comienzo la tarde de ayer, día de San Fermín, la temporada de novilladas más importante del continente americano.
Plaza de toros Monumental de México, domingo 7 de julio de 2013. 1ª novillada. Novillos de San Marcos, bien presentados y nobles.

El rejoneador capitalino Eduardo Rubí, escucho división.
El zacatecano Edgar Badillo (foto), oreja.
El aguascalentense Diego Emilio, al tercio.
El tlaxcalteca Alejandro Lima "El Mojito", oreja y terminó conmocionado en la enfermería de la Plaza.
El también tlaxcalteca, Pepe Nava, silencio.
Sebastián Palomo, palmas.

Con un clima nublado y una buena entrada, se corrió un encierro de la ganadería jalisciense de San Marcos, propiedad de don Ignacio Garcia Villaseñor. Bien presentado y noble.

Abrió el festejo Eduardo Rubí (azabache y burdeos) con Géminis, número 72, cárdeno obscuro bragado meano y capacho con 360 kilos, al cual le dejó tres rejones, cinco banderillas y dos rejones de muerte con más entusiasmo que fortuna para escuchar división.

Edgar Badillo (nazareno y oro) con Leo, número 705, cárdeno obscuro bragado meano y cornidelantero con 400 kilos. Al cual recibió con un farol de hinojos en tablas, y de pie, verónicas caminándole del tercio a los medios. Llevó al caballo con chicuelinas andantes y quitó por zapopinas rematadas con el Manguerazo de Villalta. Banderilleó lucidamente conectando de inmediato con el tendido. Brindó a todos, realizando un trasteo interesante, muleteándolo por ambos pitones y finiquitó de una estocada hasta los gavilanes para cortar una oreja que le otorgó el juez de plaza don Jorge Ramos Sandoval y la entregó el alguacilillo Armando Ortega. Aplausos al novillo en el arrastre.

Diego Emilio (grana y azabache) con Escorpión, número 712, negro bragado y corniapretado montado con 422 kilos. Echándole tipo, lo recibió con un farol de hinojos en tablas y de pie, lo capoteó toreramente. El varilarguero Carlos Domínguez fue desmontado llevándose un fuerte golpe. Banderilleó con solvencia y le brindó su faena al matador Manolo Arruza, para realizar un trasteo variado y entendido. Con la toledana, al entrar a matar, fue cogido. Tres descabellos y un aviso entreverado para saludar en el tercio y aplausos al noble novillo.

Alejandro Lima "El Mojito" (azul rey y oro) cayó de pie ante la afición capitalina al cortar una oreja y terminar conmocionado en la enfermería de la plaza con Capricornio, número 724, cárdeno obscuro bragado meano y paliabierto con 378 kilos. Al cual recibió con cuatro faroles de hinojos en los medios y recibiendo un pisotón en el empeine. Quitó con electrizantes tafalleras y banderilleó con la escuela de su mentor, el matador Uriel Moreno "El Zapata", dejando un par al violín en los medios y dos al cuarteo que hicieron sonar la diana desde las alturas. Atinadamente le brindó a la Porra de Niños, para hacer un trasteo que puso de pie a los aficionados, con un péndulo en los medios y en la puerta de arrastre, un trasteo con muletazos por ambos pitones, adornándose con manoletinas hasta ser cogido feamente por el astado jalisciense, sin verse la ropa. Se fue tras el acero y ahí fue cogido nuevamente terminando en la enfermería. Y hasta allí le llevaron la oreja que se ganó a ley por su entrega y torerismo.

El más verde del cartel fue Pepe Nava (azul rey y oro), ya que no pudo con Virgo, número 708. Cárdeno obscuro listón bragado meano y cornidelantero montado con 410 kilos. Al cual veroniqueó sin parar los pies. El picador Eduardo Reyna fue desmontado por el de San Marcos. Banderilleó de menos a más siendo aplaudido. Con la muleta, nunca conectó con el tendido para escuchar un sepulcral silencio.

Cerró el interesante festejo, Sebastián Palomo (grana y azabache) con Sagitario, número 716, cárdeno obscuro bragado meano y paliabierto con 415 kilos. El joven tlaxcalteca lo veroniqueó sabrosamente e hizo un quite por ajustadas chicuelinas. Lo brindó al ganadero García Villaseñor. Para muletear al astado toreramente con la diestra ante el beneplácito de los aficionados capitalinos y naturales, no en el mismo tenor. Lástima que lo pinchó en un par de ocasiones y lo descabelló en tres intentos para escuchar las últimas palmas de la tarde.

Alejandro Escarcega/Fotografía: Edgar Badillo/Twitter

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