27 de marzo de 2014

Manzanares no recogerá el trofeo de Valladolid

El compromiso en la Feria de La Magdalena en Castellón, obliga al diestro alicantino a no poder desplazarse a recoger el premio al triunfador de la última feria de Valladolid.
José María Manzanares, declarado triunfador de la feria taurina de Nuestra Señora de San Lorenzo en Valladolid no recogerá personalmente el trofeo  pues la corrida de Castellón en la que actúa junto a Finito y a Morante le obliga a estar en aquella localidad levantina.

La razón es más que suficiente para entender la ausencia y comprenderla. Ahora bien, en la amplia gama de entrega de premios a toreros, ganaderos, subalternos y novilleros por parte de las peñas taurinas, agrupaciones, organizaciones, empresas y ayuntamientos o instituciones parece un desaire más que notable el que no recojan los premios los mismos galardonados. Es cierto que supone mucho esfuerzo el desplazamiento de acá para allá para dar gusto a tantos aficionados que quieren ver y oír a sus reconocidos en el acto cultural que  programan, pero no es menos cierto que esos premios están llevándose al olvido al no acudir las más importantes figuras a recogerlos.

Este año, sin ir más lejos, el premio al triunfador de la feria de Íscar recayó en el madrileño Alberto Aguilar, bien es verdad que compartiéndolo con Damián Castaño. El diestro madrileño anunció a la organización que no podía acudir por encontrarse fuera de España y la Institución iscariense le retiró el premio.

Los toreros destacados y cuanta más figura y categoría ostenten por sus méritos en el escalafón suelen ser reacios a recoger personalmente el premio que se les otorga porque el día anunciado tienen que intervenir en algún festejo lejos del sitio de convocatoria o por cualquier otra razón. Sin embargo deberían respetar y considerar un poco más a cuantos aficionados han contribuido a encumbrarlos en el pedestal desde el que miran.

Es sintomático y envidiable, por ejemplo, la participación de todos los toreros que intervienen explicando al público los pormenores y contestando a sus preguntas una vez terminada la corrida de la tarde en Roa de Duero y manteniendo con ellos un más que animado, animoso coloquio taurino de primer orden.

En Valladolid, hasta no hace tanto y cuando patrocinadores aportaban lo suyo para celebrarlos, se daban coloquios después de las corridas de la Feria taurina con la presencia de los diestros. Costumbre que por circunstancias y otras zarandajas como la pérdida del interés, dejó de darse. Posteriormente, quedaron las cosas con la celebración de esas jornadas invernales, más entretenidas que enriquecedoras, donde un torero, un ganadero, un empresario o un periodista dan la medida a los demás de sus puntos de vista como ejemplo destinado al comentario.

En fin, olvidar la liturgia, la relación más estrecha con el aficionado, la participación en carne mortal ante quienes le honran con su premio y no hacerlo, pese a que siempre se expongan razones y disculpas justificadas, es un golpe más al cimiento que sustenta la Tauromaquia y quienes más directamente viven de ello deberían tenerlo un poco más en cuenta.

Y lo malo es que esto ni es nuevo ni es de ahora. Ya en el Evangelio los invitados a las bodas declinaron la invitación con diversas disculpas: Yo tengo que ir  a arar, yo a sembrar; yo de boda, yo de bautizo…  Por eso habrá que ir pensando en otra forma de mérito y reconocimiento.
Federación Taurina de Valladolid/Fotografía: Archivo

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